jueves, 3 de abril de 2014

Cayendo lento



Han pasado varios días y yo aun sigo emocionada por todo lo que paso el fin de semana, ese fin de semana planeado por varios meses por fin llegó.

Tomar la decisión de lanzarse a más de 10,000 pies de altura en paracaídas no es facil, la verdad es que no se debe pensar mucho, la decision debe ser más impulsiva, fue dificil porque no soy de las personas que se dejen llevar por los impulsos, pero el pasado sábado ahi estaba, muriendome de miedo, pálida y con los ojos como plato por la emocion, la incertidumbre y el estomago hecho nudo por todos los pensamientos que llegaban a mi mente: ¿Qué se sentirá? ¿Aterrizaré viva? ¿Cómo será mi funeral? por supuesto, estaba divagando.

Pasaron las horas entre charlas, bromas y fotos, y al fin llamaron al primero de nuestro grupo, empecé a sentir nervios, muchos nervios de esos que te paralizan y que te hacen temblar. Iban desfilando mis compañeros, sentí esa sensacion como cuando te llama la maestra y sabes que algo malo pasa y así uno a uno les iban poniendo los arneses, y llegó mi turno, sentí como si todo alrededor se paralizara y mi nombre rezonara en las paredes (Exageracion mia). Me colocaron los arneses, primero las piernas, despues los brazos, unos cuantos apretones y ya estaba, restaba que conociera a mi instructor, cuando lo conocí, dije entre mi "A ese no por favor, dejenme escoger", claramente eso no se podía, me explico todo el proceso y quedó esperar la avioneta.


Al subir a la avioneta esos nervios y ansiedad se iban calmando, pero volvieron cuando la avioneta despegó, y ahí estabamos, seis muchachos venciendo su miedo a la altura, dispuestos a sentir la adrenalina al máximo, poniendo su vida en las manos de un desconocido. Fueron cayendo uno a uno, aventandose a la nada y otra vez, llegó mi turno, la última de la fila, la que con su rostro no pudo ocultar el miedo que esto le provocaba y ahi estaba en menos de un minuto cayendo, cayendo, cayendo.



El viento era extremo, que no tenia control de mis extremidades ni de la apariencia de mi rostro, no hubiera podido sonreir aunque quisiera. Pasaron como 10 segundos, tal vez más talvez menos, y por fin se abrió el paracaídas, el estomago me regresó al cuerpo, pude ver con claridad, ya no temblaba como antes, ya no sentía nada, la tranquilidad invadía todo mi ser, respiraba a buen ritmo, todo lo que habia era paz.

La vista era magnífica, el lago y lo perfectos trazos de los campos eran dignos de admirar, no pensaba en nada más que en admirar la belleza de la naturaleza en conjunto con la obra del hombre, las carreteras, los autos que se veían pequeñisimos, ibamos descendiento y fue de esos momentos que hubiera querido guardar en un frasco, y en cualquier momento de mi vida ,abrirlo y sentir todo eso de nuevo y así me dispuse a disfrutar los pocos minutos que quedaban hasta el completo aterrizaje.


Aterrizamos, unos cuantos segundos y ya estaba en tierra firme, el calor se sentía de nuevo, estaba ahi de nuevo con todo en su lugar, sin nervios, sin ansiedad sólo con una felicidad inmensa y con las ganas de hacerlo de nuevo.

miércoles, 2 de abril de 2014

¿Qué nunca te has enamorado?






Y entonces él dijo, ¿Qué nunca te has enamorado? y esas palabras fueron las que más me han dolido durante este tiempo, no sé si me dolieron porque la respuesta era afirmativa o porque la apariencia que doy es la de una persona con corazon de piedra. Y recordé la ultima vez que me enamoré sin dudar me acordé de ti, me acordé de las salidas a caminar y de lo mucho que me gustaba ir contigo de la mano, de las platicas eternas, de las caras raras y de los chistes tontos. También recordé todo lo que pasamos juntos y luché contra las lagrimas que querían brotar de mis ojos en una respuesta a aquella pregunta: Sí, me he enamorado de la persona más loca, guapa e inteligente que he podido conocer, lo volvería a hacer si me la volviera a encontrar, aunque al final termine doliendo, esas lagrimas hubieran disipado la apariencia de chica ruda pero gané la batalla y lo unico que hice fué hacer una mueca de incredulidad, como si de verdad creyera que el amor no existe.